Sala de Prensa
Durante enero del año pasado se atendió a 1.938 y en diciembre a 1.217.
El auge sobre la legalización de la marihuana en el país ha alcanzado un nivel de complejidad que, lejos de ubicarnos en el serio problema que representa una reforma, ha creado la percepción de que estamos frente a una sustancia inofensiva y hasta medicinal. Nada más erróneo y alejado de la realidad.
Esto nos enfrenta a una situación que afecta a la población y particularmente a los jóvenes, pues la distorsión que ha provocado el discurso flexible y ligero sobre el uso de esta droga, los induce a bajar la guardia, querer experimentar y quedarse en lo que muy probablemente terminará en una adicción que afectará su desarrollo físico y social.
La más reciente evidencia científica del Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA) constata el repunte en la cantidad de muchachos que están usando esta sustancia dañina e ilegal.
De acuerdo con la “Encuesta sobre Consumo de Drogas en Población Secundaria 2015”, la ingesta activa de marihuana entre los colegiales pasó de 1,9% en el 2006 a 4,9% en el 2015.
Por otra parte, la “VI Encuesta Nacional sobre Consumo de Drogas en Población General 2015” ratificó los datos supracitados, al reportar una prevalencia del consumo activo de 4,9% entre la población de 12 a 19 años.
Llama la atención que 60% de los jóvenes consideró que la marihuana es menos dañina cuando se usa de manera frecuente, producto de la falsa postura que coloca a esta droga psicoactiva como benigna.
Y las cifras no se quedan ahí, un estudio del Instituto Costarricense sobre Drogas (ICD) entre colegiales ratificó el crecimiento de consumo de cannabis, al demostrar que las sustancias más utilizadas por los jóvenes en el 2005 eran el alcohol, el tabaco y la marihuana, mientras que en el 2015 ese mismo informe elevó la marihuana al segundo lugar.
A esto se suman los constantes decomisos de cannabis realizados en zonas urbanas y rurales de todo el país. En el 2011, según datos del ICD, se incautaron 6 toneladas mientras que en el 2015 subió a 11 toneladas, es decir 90 % más.
Para los especialistas del IAFA el consumo para alguien en proceso de rehabilitación o abstinencia, así haya pasado un mes o muchos años debe ser CERO.
“El sólo “una copita” o una primera copa se puede convertir en un daño real al punto de que la persona recaiga en sus patrones anteriores de consumo y adicción”, comenta Acuña.
Por eso la recomendación principal para familiares y amigos es respetar por sobre todas las cosas la condición de quien tiene problemas con el alcohol y nunca ofrecerle la bebida. No hay ninguna razón que pueda ser válida en estos casos.
A pesar de estar sometidos a un proceso de recuperación o desintoxicación una persona con la enfermedad del alcoholismo sigue sintiendo, ante el ofrecimiento de licor, el deseo real de beber.
Si bien es cierto, los procesos terapéuticos en el IAFA se fundamentan en una atención integral que refuerza la decisión de los pacientes en no reincidir, es importante tomar en cuenta algunas recomendaciones:
Si desea conocer más sobre el tema, puede aplicarse la Autoevaluación sobre Consumo de Alcohol en: http://www.detectalcohol.com/
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